En medio de la desesperación por la escasez y el alza de precios, mujeres del centro paceño queman un retrato del exmandatario y exigen una salida inmediata a la crisis
Entre llantos, pancartas improvisadas y el rostro encendido por la rabia, un grupo de amas de casa se movilizó este jueves en el centro de la ciudad de La Paz para exigir al Gobierno la declaratoria de estado de sitio ante la aguda crisis económica y social que golpea al país. Las mujeres denunciaron escasez de productos básicos, largas filas para conseguir alimentos y una escalada de violencia que consideran insoportable.
Durante la manifestación, las mujeres quemaron un retrato del expresidente Evo Morales y lo responsabilizaron directamente por la situación actual, acusándolo de obstaculizar la gobernabilidad y de no permitir elecciones libres.
“Nuestros hermanos están muriendo, los policías están muriendo. ¿Qué quiere este señor Evo Morales? Ya ha sido presidente. ¡Que deje que haya elecciones!”, exclamó una de las manifestantes que se identificó como Marimar, madre de familia y vendedora en mercados populares.
“No hay pan, no hay aceite, el pollo cuesta 70 bolivianos”
La escena se repite en barrios, mercados y calles de La Paz y El Alto: familias que sobreviven con lo mínimo y que ahora ni siquiera pueden garantizar un desayuno. Las amas de casa relataron que deben hacer fila por horas para conseguir pan, aceite o pollo, con precios que se han disparado en cuestión de semanas.
“Mis hijos tienen que comer, no puedo comprar. Hacemos fila para todo, para el pan, para el aceite, para el pollo. ¿Cómo vamos a vivir así?”, denunció otra madre presente en la protesta.
El testimonio refleja la creciente desesperación de sectores populares, especialmente de mujeres, quienes aseguran que la situación se ha tornado insostenible.
“Estamos enfrentándonos entre hermanos”
Además de las dificultades económicas, las protestantes expresaron su profundo dolor por la muerte de al menos cuatro efectivos policiales en Llallagua, a raíz de enfrentamientos durante los bloqueos impulsados por sectores afines al evismo. Para ellas, la pérdida de vidas humanas es una línea que nunca se debió cruzar.
“Los policías también son hijos, hermanos, padres. ¿Qué culpa tienen? Estamos enfrentándonos entre bolivianos. Esto no puede seguir así”, dijo Marimar entre lágrimas.
Las amas de casa rechazaron cualquier tipo de violencia, pero también hicieron un llamado directo a quienes siguen bloqueando caminos para que cesen las medidas de presión.
“Pedimos estado de sitio como madres bolivianas”
En un giro de tono aún más dramático, las manifestantes pidieron al Gobierno de turno asumir medidas extraordinarias y decretar estado de sitio, ante lo que describen como un “caos nacional” incontrolable.
“Yo le pido al Gobierno que dé estado de sitio. Ya no se puede, señores. Estamos en la desesperación. ¡Por favor!”, exclamó Marimar, quien aseguró hablar en nombre de muchas otras mujeres que hoy no pueden garantizar ni un plato de comida en sus hogares.
Un grito desde el centro de La Paz
La protesta fue registrada por una unidad móvil de Radio Andina en pleno centro paceño. Las mujeres no pertenecen a ninguna organización formal ni portaban insignias partidarias. Su reclamo fue espontáneo, visceral y cargado de un sentimiento común: impotencia.
“Lo peor es que ya tenemos muertos, lo peor es que hay heridos. ¿Dónde vamos a llegar? ¿Dónde estamos?”, se preguntaron al unísono.
El clamor de estas mujeres se suma a un creciente malestar social que comienza a expresarse más allá de las rutas bloqueadas. En los hogares, en los mercados, en las filas interminables por un kilo de arroz o una botella de aceite, la sensación es una sola: el país ha tocado fondo.
Una señal de alarma
La protesta de las amas de casa es un termómetro del hartazgo social acumulado. Su grito no solo es contra Evo Morales, sino también contra una clase política que, a su juicio, ha convertido sus necesidades más básicas en rehenes de una lucha de poder interminable. En medio de esa batalla, son ellas —las que cocinan, cuidan y resisten— quienes hoy ya no pueden más.
JR/Andina