El sistema de salud boliviano atraviesa un «tiempo de tragedia» y se encuentra en un estado de «desastre» debido a la escasez de carburantes, una situación que impacta de forma «horrorosa» y «torturante» en la población, especialmente en las áreas rurales del país. Así lo advirtió el Dr. Fernando Romero, representante del Sindicato de Médicos y Ramas Afines de La Paz (Sirmes La Paz), quien lamentó la inacción gubernamental y la falta de un plan de emergencia que permita garantizar el traslado de pacientes y el acceso a servicios básicos de salud.

Impacto Crítico en el Área Rural: «Ver el hijo morir»

Romero describió un panorama desolador donde la falta de combustible impide el traslado vital de pacientes, convirtiendo la enfermedad en una experiencia atroz. «Las condiciones que tienen en el área rural son terribles. No poder tener una ambulancia para enviar un paciente de Patacamaya, de Copacabana, de Apolo, Dios mío, eso es horroroso,» manifestó el galeno.

El impacto más cruel se vive en la imposibilidad de salvar vidas. «Ver cómo el papá, la mamá ve al hijo morir o verla cómo se deteriora, cómo grita de dolor, cómo su enfermedad la va destruyendo, es una tortura para cualquier ser humano,» enfatizó Romero. La situación es tan crítica que, según el representante médico, «hoy día uno puede morirse por una hemorragia durante el parto por no tener una ambulancia para llegar a un doctor.»

Carencias Sistémicas y Falta de Respuesta Gubernamental

La crisis de carburantes no es el único problema, sino que agrava las deficiencias estructurales del sistema de salud boliviano. Romero denunció la falta crónica de medicamentos, insumos, personal y camas hospitalarias. Ilustró la gravedad con ejemplos concretos: «Hoy día el Hospital de Clínicas y a esta hora no tiene espacio para cirugías, y hasta ahora la Caja Nacional de Salud no tiene una unidad en terapia intermedia, terapia intensiva, es de desastre la situación.»

El Sirmes La Paz ha intentado en múltiples ocasiones coordinar con el gobierno para mitigar esta crisis. «Hemos hecho todo lo que teníamos que hacer, meses, semanas con ellos sentados, reunidos, escribiendo proyectos impresionantes con la ministra de Salud,» afirmó Romero, lamentando que «lamentablemente todos, todos, todos los proyectos se han quedado solo en un papel nada más firmado por ella. Ninguno se ha cumplido.» Entre las soluciones propuestas, se incluía «un plan de emergencia, que todos los surtidores tengan un espacio, un stock especial para transporte de ambulancias.»

La Recesión Económica Agrava la Situación: «Miseria de Presupuesto»

A la falta de carburantes y las carencias estructurales, se suma el impacto de la recesión económica. Romero expresó su preocupación por la reducción del PIB al 2.4%, señalando que esto significa que «lo poco que hay de plata tenemos que hacernos alcanzar para el cáncer, para la diabetes, para hipertensión, para la mamá embarazada con embarazos de riesgo, es decir, con una miseria de presupuesto tenemos que sobrevivir.»

Esta austeridad presupuestaria tiene consecuencias directas en la atención: «cuando uno utiliza o lleva a comprar una medicación o ya va a pedir un equipamiento o un insumo, bueno, no alcanza, de ninguna manera no alcanza. Esa recesión económica, esta crisis que tenemos va a cobrarnos caro, realmente caro, porque no vamos a poder hacer salud como deberíamos hacerla.»

Un Futuro Incierto y Crítico: Llamado a la Acción

El Dr. Romero concluyó con una sombría previsión y un llamado urgente a la responsabilidad política. «Preveemos que en un tiempo más vamos a estar en una situación de mucha mayor crisis,» advirtió, responsabilizando a la clase política por la situación actual. «No lo han hecho, años no lo han hecho, se han tomado vacaciones pagadas de lujo. Estos diputados políticos nos han traído esta tragedia.»

En este contexto, el Sirmes La Paz espera que «el nuevo gobierno que venga asuma con responsabilidad, diputados, senadores, asambleístas, trabajen de verdad por el país.» La falta de combustible, sumada a la recesión económica y las deficiencias sistémicas, amenaza con colapsar por completo un sistema de salud ya de por sí vulnerable, poniendo en riesgo incontables vidas, especialmente en las zonas más alejadas y olvidadas del país.

IL/Andina